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Los representantes de la generación millennial crecimos en hogares en los que la televisión era la fuente principal de entretenimiento, familiar o individual. Aunque muchos contábamos con computadores personales que se conectaban a la Web con la línea telefónica y que hoy son una antigüedad, debimos esperar hasta nuestra adolescencia o nuestra adultez temprana para Integrar el Internet en nuestras vidas de la mano de un teléfono móvil.

Antes de eso, uno sólo podía ver un nuevo capítulo al día, y a veces uno por semana, de su serie favorita, y para variar había que cambiar el disco del discman si uno quería escuchar otro artista. Cuando le cuento esto a mis sobrinas, acostumbradas prácticamente desde que nacieron a los maratones de contenido en Netflix y a que Spotify les lea mente y les ponga justo la música correcta para su “estado de ánimo”, me miran como si viniera directo de la época de las cavernas. Justo como nosotros solíamos mirar a nuestros padres a su edad.

Puede que la generación antes de nosotros e incluso nosotros mismos sigamos teniéndole al formato de la televisión algo de paciencia, quizá un poco de respeto nostálgico, y no nos parezca tan descabellado tener que esperar a cierto horario para sintonizar determinado programa, y nos lleguen a parecer suficientes las opciones que cien o ciento cuarenta canales en un paquete de TV por cable nos ofrecen. Puede que los anuncios entre bloque y bloque de programación nos parezcan un “mal necesario” que estamos dispuestos a soportar con entereza.

Pero a las nuevas generaciones no. Simplemente no están dispuestas a tolerar todo eso. Atendiendo al sentido común, a las estadísticas y a los datos duros de la industria, la televisión está entrando de manera irrevocable a su etapa final de agonía.

No lo decimos nosotros. Basta comparar las cifras de la inversión que las marcas realizan hoy en día en publicidad televisiva frente a la que realizan en marketing digital. En el periodo del 2016 a la fecha han disminuido las ganancias en publicidad de casi todos los medios masivos, incluidos el radio, periódico, revistas y principalmente la TV, mientras que los números del marketing digital siguen creciendo y creciendo. Por primera vez en la historia, está invirtiéndose más en publicidad en Internet que en la televisión.

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Por su parte, el consumo global de TV todavía resiste con la delantera frente al consumo de Internet, pero de nuevo, las predicciones indican que esto no durará mucho tiempo, y que probablemente para el 2019 el Internet alcance y supere paulatinamente los números de la TV. Así es, en cuestión de años sentarse a mirar TV será algo que relacionemos de manera inmediata con las personas mayores.

La ventaja que la publicidad móvil le lleva a la publicidad en televisión ya es impresionante, y es perfectamente entendible si consideramos que nada se adapta mejor hoy en día a las necesidades del usuario que aquello que mira, descarga, escucha y juega desde su celular. Cuando a eso le sumamos el análisis de Big Data, nos damos cuenta de que hemos llegado a un nivel de personalización y efectividad inigualable. No es posible llegar a ese grado de personalización con la TV, cuyo límite es la segmentación de usuarios dependiendo del corte de cada canal y el tipo de programa que estén transmitiendo.

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Entonces, no solo los usuarios de las nuevas generaciones ya no tienen mucho interés en la TV, tampoco las grandes empresas.

¿Tú ya estás perfilando tu estrategia de marketing de acuerdo a lar tendencias? Recuerda que el futuro ya nos alcanzó. No dejes que tu marca se quede rezagada.

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